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UN RELATO VIVENCIAL


Dice Romina Caputo, incondicional colaboradora del Programa, acerca de los objetivos.

Una experiencia que marcó un antes y un después. En el año 2000, me inscribí en los Talleres del Centro de Salud. Durante todo el año ocupe mi tiempo libre en aprender cosas que me interesaban. A fin de ese año, escuche a Verónica (a quien todavía no conocía) hablando con otras usuarias de los Talleres: “necesito a alguien que me ayude” y sin pensarlo le dije: “yo te puedo ayudar”. Me propuso ir dos veces por semana para ayudarla con la inscripción, pero eso no fue todo, justo se acercaba la Muestra de fin de año y todo estaba alborotado. Fui conociendo a los Instructores durante ese tiempo y los acompañé en la Muestra. Me parecieron muy interesantes las cosas que hacían, cómo participaban en el grupo y trabajaban para la comunidad. Decidí, entonces, quedarme junto a Verónica y los Instructores. Estar en el Programa Talleres me ayudó a decidir mi vocación, empecé a estudiar Trabajo Social. Durante los siguientes años fui aprendiendo muchas cosas, la más importante: que toda persona está atravesada por factores sociales, económicos, psicológicos, ambientales, que influyen en su proceso de salud-enfermedad, y por lo tanto debemos tener una mirada integral e integradora, desde lo biológico como desde lo social, para poder planificar de qué manera actuar “a favor de la salud, en contra la enfermedad”. Y esto es lo que hacemos día a día desde el Programa Talleres. También aprendí que para participar de algo no sólo alcanza con acercarse o concurrir a un lugar, sino que hay que implicarse, incluirse personal y psicológicamente, lo que se dice “ponerse la camiseta”. Y esto supera el mero hecho de “estar en un lugar mientras las cosas pasan por al lado tuyo”. Es animarse a la experiencia. Es algo que vas sintiendo cuando te comprometes con la tarea, cada uno desde sus posibilidades, pero siempre con muchas ganas. Aprendí, además, cosas “más técnicas” que me ayudaron en la carrera: trabajar con personas, con grupos, con la comunidad, hacer entrevistas, participar en reuniones, hacer diagnósticos,… Y todo esto, casi sin darme cuenta, agregó un plus a mi persona. Hoy siento un gran crecimiento personal, más allá de los conocimientos que obtuve (y sigo obteniendo), incluyo todo lo que se refiere a lo vivencial y relacional. Gracias a Verónica que me dio la posibilidad de desarrollar mis potencialidades y me acompaña en el proceso. Y a los Instructores con quienes comparto muchas vivencias. Espero que muchas personas puedan tener experiencias como esta, porque de verdad vale la pena. Sólo hay que animarse.
A pasado el tiempo y ahora Romina Caputo es Licenciada en Trabajo Social UBA y colaboradora en la coordinación del Programa.


Jorge Gallo ex- Coordinador del Taller nosotros en el Cine, cuenta cómo llegó al Programa.....


En 1993, como productor del Programa “Villa Pueyrredón en Vivo”, me acerqué a “La salita” (el Centro de Salud y Acción Comunitaria de la calle Terrada) para hacer una nota acerca de los servicios que ofrecía la Institución a la comunidad. Intuía que me iba a encontrar con lo elemental que puede ofrecer una “salita”: vacunación, una guardia, algún clásico programa de prevención de enfermedades y tal vez consultorios. ¡Oh sorpresa! En el centro funcionaba, desde hacía ya algunos años, un Programa de Talleres, sí, talleres que coordinaban vecinos para otros vecinos, en los cuales se capacitan, reflexionan, se vinculan unos con otros. Siempre sostuve la existencia del vínculo entre la enfermedad y los problemas del espíritu, es decir, no dudaba de la presencia de un determinante psicosocial de las enfermedades y que, en función de ese principio, la enfermedad suele ser un emergente de un problema cuyo carácter no es exclusivamente fisiológico. Para ello, entonces, un apropiado método de prevención lo constituiría una tarea que se atenga, entre otras cuestiones, a las del alma, del ánimo, del estar en armonía con uno y los demás, la existencia del Programa de Talleres fue una sorpresa para mí en aquel entonces, ¿porque una sorpresa?, dos razones, una de índole más objetiva, conozco la reticencia de los médicos, por ser hijo de medico, y las instituciones sanitarias a hacer hincapié en el costado no fisiológico de las enfermedades, pero había otra razón, una razón de carácter más subjetivo, que tenía que ver con mis limitaciones, la prevención de enfermedades vía la reflexión conjunta y la introspección es difícil plasmarla en lo concreto, además no goza aún (y menos en ese tiempo) de muy buena prensa, es compleja y se enfrenta a una gran serie de prejuicios, algunos de ellos de los que yo no escapaba, aún mi formación. Diez años después de aquella sorpresa, pongo en práctica aquellas ideas que con tanto fragor pregonaba pero con menos éxito concretaba, coordino un taller de reflexión, vemos cine y luego debatimos, las imágenes, las situaciones que plantea la película nos estimula a forjar ideas nuevas, a poner en cuestión otras que parecían incólumes, a ponernos en acto mediante la palabra. Esta experiencia enriquece espiritualmente a quienes asisten y a mí personalmente, interactuando y reflexionando con ellos me hago mejor persona y estoy mejor con quienes me rodean. Es una forma nada menor de afirmarme en una vida más sana y por eso, más libre.

Estela Abrate quien fuera Coordinadora del Taller Alfabetización, nos trasfiere sus sentimientos acerca de sus vivencias con algunos integrantes coordinadores...llegó al Programa en el 2008 y se despidió al inicio del 2014  GRACIAS ESTELITA!!

Verónica:
Hace unos cinco años que nos conocemos con Alicia y con otros talleristas de La Salita.  Es admirable la capacidad  que ella tiene para brindarse a los demás, para decir lo que  piensa, para señalar " los puntos" que no le gustan..., los aciertos..., para comunicarse desde lo afectivo.
Es una característica de todo el grupo  que aflora en ella con más fuerza.  Todos intentamos crear vínculos  y un entramado saludable con la comunidad.  A ella la siento como una Maestra, una persona con experiencia de vida además de tejido, que no descalifica a otro por señalar sus debilidades, ni esconde las propias. Aprendió a ser auténtica y solidaria.  Esto se ve. se siente, lo muestra en todos los momentos, como muestra sus obras de arte, sus tejidos. 
Un abrazo.

Estela